Al iniciar un nuevo año es inevitable reflexionar sobre lo vivido y
proyectarnos con renovados propósitos a nivel empresarial y personal. Desde la
presidencia de la Cámara Nacional de Turismo (CANATUR), organización cúpula de
este importante sector productivo, comparto estas reflexiones con la intención
de que el futuro no nos sea indiferente, haciéndole frente a los retos y
oportunidades que siempre trae un cambio de gobierno.
En anteriores elecciones presidenciales, hablábamos de la necesidad de
un cambio. Ciertamente el país requiere con urgencia ajustes y variaciones en
aspectos políticos, jurídicos, económicos, sociales y culturales, pero estos
deben ser claros, medibles y
consensuados. Sin lo anterior, las propuestas de los candidatos seguirán siendo
promesas irrealizables, por la malvada ingobernabilidad que nos ha llevado al
fracaso, según se justifican los políticos en los últimos períodos.
Para apostar por esos cambios,
necesitamos definir un rumbo, un norte, una visión de país a largo plazo, con
un compromiso previo de quienes aspiran al poder en el próximo Gobierno, para
actuar con integridad y voluntad desde la oposición o desde el oficialismo.
Precisamos una gran conciencia ciudadana, asumir la responsabilidad de seleccionar
cuidadosamente los principios que queremos que rijan nuestra vida, privada y
colectiva; informarnos, cuestionar y ejercer nuestro derecho a elegir, ojalá
sin equivocarnos.
El escritor español, Jordi Sierra, dice que la prospectiva es “La
ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poderlo influir, porque
aunque el devenir no puede predecirse con exactitud, si podemos imaginar
nuestro mañana preferido”. Una persona sin prospectiva es una persona sin
futuro, que fracasaría y no podría alcanzar su prosperidad y felicidad. Una
organización sin prospectiva es disfuncional y no sobreviviría en un mundo
competitivo y de constantes cambios. Un país sin prospectiva es una nación sin
visión y sin perspectivas de progreso y desarrollo. Creo que esta coyuntura
resulta especialmente importante para repensar el futuro que queremos. Los
países que apuestan a largo plazo su prospectiva estratégica, lo han hecho a
plazos de 20 y más años, trascendiendo distintos gobiernos de turno.
Algunas experiencias en las que he participado, me dicen con claridad
las razones del fracaso de grandes ideas y planteamientos de solución para el
futuro de nuestro país. En 1987, durante la administración Arias Sánchez,
buscábamos la integración de esfuerzos entre el gobierno, la academia y la
empresa privada, para crear conciencia pública y privada y así, salir de
subdesarrollo, con una inversión mayor del 1% del PIB en investigación y
desarrollo en ciencia y tecnología, no obstante, otros no lo creyeron con la
misma convicción. En 1994, durante la administración Calderón Fournier,
hablamos de reforma del Estado costarricense, soñamos con desenredar el ordenamiento
jurídico, agilizar trámites, flexibilizar controles a cambio de rendición de
cuentas y de una gestión pública eficiente; con un ordenamiento territorial y
la efectiva autonomía regional y municipal. Dirigidos por Johnny Meoño, nos
llamamos Autoridad Presidencial para la Reforma del Estado (APRE), pero
lamentablemente la voluntad política, duró poco menos que un período de
gobierno. Grandes males nos han caracterizado: la falta de convicción para
visualizar el futuro del país; discrepancias que han favorecido el egoísmo en
todos los sectores; incoherencia que propicia la mediocridad; inconsistencia
que favorece la corrupción y la falta de
continuidad que ha generado la improvisación.
La industria turística no ha estado ajena a esta realidad del país; igualmente
crecimos en forma desordenada. En 1996, durante el gobierno de Figueres Olsen,
se realizaron estudios y propuestas para apostar al turismo como un sector
prioritario, invirtiendo en su competitividad y promoción a nivel
internacional, no obstante, muchas acciones se dejaron de impulsar y medir. En
algunas ocasiones, las decisiones institucionales han resultado desvinculadas
del sector productivo, incluso algunos grupos empresariales jalan hacia sus
intereses particulares, con total indiferencia respecto al impacto en grupos de
menor poder económico o de actividades complementarias. Muchas ocurrencias
legislativas y nuevas regulaciones complican y desestimulan la inversión; las
grandes luchas por conseguir una infraestructura con sentido, políticas monetarias y crediticias justas, no
se han dado por falta de integración y consenso. Sin esa prospectiva de país seguiremos dando
tumbos, de ocurrencia en ocurrencia, aunque todos nos quejemos de las mismas
falencias y tengamos la posibilidad de ponernos de acuerdo en las mismas
prioridades, en temas cruciales.
La Junta Directiva de CANATUR, ha venido desarrollando un proceso de
pensamiento y visualización a 10 años con la participación de los principales
actores nacionales y con el apoyo del Dr. Roberto Artavia, Presidente de
Latinoamérica Posible. En esta nueva prospección para el 2023, visualizamos
convertir al turismo en el principal motor de desarrollo nacional, con ingresos
que superen los cuatro billones de dólares anuales. Para lograrlo identificamos
la necesidad de algunos cambios: esforzarnos por hacer las cosas con mayor
excelencia y calidad, tanto en la gestión pública como en la privada; promover los negocios y alianzas entre
empresas de todos los tamaños; potenciar el crecimiento con responsabilidad y
solidaridad comunitaria, ambiental y
cultural; innovar más, con capacidad de crear experiencias únicas de alto
valor, en nichos de mercados seleccionados por su potencial y alta capacidad de
diferenciación de nuestra oferta. El turismo debe formar parte de una Política
de Estado que trascienda varios gobiernos, donde se alineen todos los sectores
a metas comunes, tanto económicas como de bienestar y mayor igualdad social y
en la que se mida el logro en cada región del país, sancionando a los responsables
de ineficiencias, rezagos o mal uso de recursos.
Necesitamos una sociedad más equitativa, con menos pobreza y una
grandísima clase media, así mismo,
potenciar actividades como el turismo en todas las regiones del país, que
generen empleos y más y mejores empresarios, sin amarras para la inversión en
proyectos sostenibles. Precisamos definir las prioridades comunes y
sustanciales para todos los sectores productivos en infraestructura, en
inversión pública en educación, en investigación y desarrollo, en fondos de
financiamiento e incentivos que permita generar reales oportunidades de
crecimiento económico y desarrollo social de las comunidades.
Demandamos un gobierno justo, un clima de negocios propicio, un estado
moderno y eficiente. Finalmente queremos sentirnos orgullosos de pertenecer a
esta patria con visión de futuro, con líderes rectos y sabios; escoger a los
futuros gobernantes es nuestra responsabilidad, pero será tarea y reto para
esta nueva administración evitar ser la última conformada con egoístas o
mediocres sin la convicción, la coherencia y el compromiso que Costa Rica
necesita. Espero al igual que ustedes que el futuro no le sea indiferente ni a
los electores, ni a los elegidos, este próximo febrero de 2014.
Isabel Vargas
Rodríguez
Presidenta CANATUR